¿Qué es un recuerdo y cuánto tiene de real? La consistencia
de la memoria es imprecisa, inexacta, delicada y frágil. Es etérea, dúctil y
vulnerable al paso del tiempo, al poder de la sugestión, a las múltiples
influencias de experiencias posteriores… las imágenes que grabamos en nuestro
subconsciente se adaptan a nuestro entorno, a nuestras necesidades y a nuestras
circunstancias para ayudarnos a sobrevivir.
Así, del mismo modo que cada persona puede
rememorar una determinada escena de forma diferente en cada etapa de su vida,
un suceso compartido
puede ser registrado
individualmente de manera desigual e incluso contradictoria.
“La memoria sabe hasta dónde puede llegar sin causarte daño”,
dice el amigo de Ari al principio de la cinta, justificando ese estratégico
bloqueo -involuntario e inconsciente- de una parte de su pasado a la que el
director viaja de la mano de testimonios ajenos y recuerdos cedidos con los que
construirá el suyo propio, apoyándose para ello en la estructura narrativa de
un documental y en la elasticidad
creativa de la animación.
El resultado es a la vez un esclarecedor ejercicio reflexivo sobre el
poder desestabilizador de la guerra y la brutalidad desatada, una toma de
conciencia que divide a los culpables en espectadores, consentidores y
ejecutores; y una labor de investigación que reconstruye un dramático episodio
histórico para reivindicar la verdad como auténtica esencia de la justicia.