jueves, 17 de mayo de 2012

Monsieur Lazhar (2011)



El suicidio de una maestra en el aula donde impartía clase a sus alumnos de 11 años y la aparición de un peculiar docente argelino, nos invitarán a reflexionar durante una hora y veinte minutos acerca de los dudosos beneficios de un sistema educativo que aleja cada vez más a profesores, alumnos y padres, mediante un reglamento que anula la implicación personal del educador y que basa su éxito en la mera acumulación de conocimientos frente al crecimiento personal.

Los tradicionales métodos que el Profesor Lazhar trae consigo abren el debate de si el sistema actual funciona, al separar la psicología, la pedagogía y la educación llevándolos por caminos diferentes; amparándose en una protección del menor mal entendida, que a todas luces resulta excesiva y que pone en evidencia sus más importantes carencias en una cinta que adquiere la forma de una bellísima fábula y tratando con extrema delicadeza el tema de la muerte. Engancha al espectador con un tono sereno que no resta un ápice de fuerza dramática a la potente carga social... más al contrario, el resultado es sutil y poético.

No pretende perturbar al espectador  haciéndole sentir culpable ni juzgándole en ningún momento, sino abrir una ventana a la reflexión con una narración sencilla, elegante y emotiva que no se deja nada en el tintero ya que su análisis incluye a padres ausentes y a directores de escuela obsesionados con protocolos... todo con la sana intención de repartir las culpas si es que las hubiera.

Carnage (2011)



Interesantísima obra que elabora un cruel retrato de una sociedad enferma de hipocresía, que banaliza la moralidad y hace de la superficialidad su bandera. Ácida comedia negra, con aires trágicos, inteligente, corrosiva y con altas dosis de mala leche firmada por un Roman Polanski que nos recuerda un poco a Woody Allen.

Lo que empieza siendo una civilizada reunión de dos sensatas parejas que intentan mediar en una disputa entre sus hijos adolescentes, acaba degenerando en un enfrentamiento primario y salvaje cargado de violencia verbal e incluso física en algún momento de la cinta.  Todos los personajes van descubriendo su auténtico "yo" y las máscaras se caen a medida que la historia se vuelve más y más intensa. Los papeles se cambian constantemente y cada uno de ellos acaba descubriendo en el otro el peor reflejo de sí mismo, a la vez que el texto se convierte en el auténtico protagonista. Ese es el punto fuerte de una película que no destaca en ningún otro apartado formal.

Es una buena adaptación teatral, con unos diálogos muy cuidados y una dirección que sin destacar notablemente resulta convincente tratando la unidad de acción, tiempo y espacio. No así las actuaciones de una pedante Jodie Foster que a ratos está sobreactuada e histriónica ni de una Kate Winslet que, si bien es cierto se lleva el papel menos jugoso, no consigue despuntar hasta haberse pasado con las copas. Waltz se lleva la palma con un personaje cínico, altivo e hiriente arrancándonos una carcajada cada vez que contesta al teléfono.


domingo, 13 de mayo de 2012

Oslo, 31. August (2011)



Anders, treintañero a punto de terminar un tratamiento de desintoxicación, se dispone a iniciar un recorrido por su pasado antes de enfrentarse a una nueva vida que lejos de ilusionarle, le llena de dudas. Con este punto de partida, Joachim Trier (primo lejano de Lars Von Trier) nos adentra en un drama psicológico profundo, envuelto en una atmósfera nostálgica que desprende cotidianeidad.

A través de las conversaciones con su mejor amigo o su hermana, el director narra las dificultades que tiene el ser humano tanto para encontrar su lugar en el mundo, como para superar las frustraciones de no alcanzar nuestros sueños de juventud... habla de una crisis existencial y universal en la que nos planteamos si hemos invertido bien el tiempo y en la que hacemos balance de éxitos y fracasos.

A lo largo de ese primer día de libertad del protagonista asistimos a la progresiva decadencia anímica de quien se sabe solo en el mundo: sin amigos, ni familia, ni trabajo, ni ilusión... empezar de cero deja de ser una apetecible oportunidad para quien siente que su presente está vacío, su futuro es una incógnita y cualquier tiempo pasado fue peor.

Excelente el trabajo realizado con los diálogos, verdadera joya de una cinta densa y dramática que invita a la reflexión personal y que además retrata lo duro que resulta recuperarse de uno de los males moernos: la drogadicción. Es dura, fría, austera y desesperanzadora... pero real y cercana tanto en la temática como en la forma.

martes, 1 de mayo de 2012

El cine como inspirador del movimiento social


“El órgano con que yo he comprendido el mundo es el ojo” decía Goethe, entendiendo que además de arte y negocio el cine puede ser un fenómeno sociocultural, ofreciendo testimonio de la realidad política y asumiendo este compromiso desde un profundo humanismo. 

Así, la industria cinematográfica ha pasado de indagar en las luchas obreras, durante las décadas de los 60 y  70, a hacer una vehemente defensa de los derechos humanos, denunciar guerras injustas y abogar por la integración social de grupos marginales, de la mano de directores como Godard, Ken Loach, Berlanga o John Ford.

Dijo también  Francis Bacon que “Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral”, y en este sentido el cine alcanza ese espíritu donde el pasado y el futuro dejan de percibirse como realidades contradictorias, para poner sus armas a disposición del pueblo. Cine-Historia, Cine-Ideología y Cine-política  han contribuído a una ampliación de la mirada de un espectador que necesita que el debate renazca y que exige su derecho a cambiar el Sistema.

El cine nos presenta a seres de carne y hueso, personajes inspiradores que convierten nuestros sueños en posibilidades reales:
-Chaplin  comenzó el rodaje de El Gran Dictador sólo nueve días después de que la II Guerra Mundial estallase. Cuando los británicos le advirtieron que Hitler se vengaría, él contestó “Ni siquiera estando furioso puede ser peor de lo que es” y llevó a cabo la más amarga y corrosiva de las sátiras sobre cualquier forma de dictadura o régimen totalitario. Tomemos de él la valentía.
-Ken Loach en Pan y Rosas nos habla del infinito valor de la dignidad, profundizando en durísimas situaciones de explotación sobre unos seres humanos a los que algunos llaman “ilegales”. Cojamos prestada su mirada solidaria y multirracial para luchar por liberación humana.
-Las uvas de la ira hace una crítica explícita a las exigencias del capitalismo, a través de las penurias que vive una familia campesina obligada a emigrar para malvivir con un trabajo precario. Desnuda de cualquier forma de demagogia, es tan emotiva como actual. Una lección de justicia.
-El verdugo. Humor negro para hacer un alegato en contra de la pena de muerte, en un momento en el que aquí se aplicaba el garrote vil muy generosamente. Retrata, de forma escalofriante, esa España de los 40 llena de curas, militares y beatas que de un tiempo a esta parte no nos resulta tan lejana.
-La cuadrilla hace una denuncia de los problemas que se derivaron de la privatización de los Ferrocarriles y de los recortes de derechos a los que se vieron sometidos los trabajadores.  La necesidad y el miedo son utilizados como armas silenciadoras de una clase obrera que no puede rendirse ante el abuso.


La lista es larga… Calle Mayor, Mi pie izquierdo, Todos los hombres del rey, Salvador, La historia Oficial, La noche de los lápices, Riff Raff, Lloviendo piedras, Ladybird, Ladybird…
todas ellas buena muestra de que a veces la ficción es algo más que entretenimiento.