“El órgano con que yo he comprendido el mundo es el ojo” decía
Goethe, entendiendo que además de arte y negocio el cine puede ser un fenómeno
sociocultural, ofreciendo testimonio de la realidad política y asumiendo este
compromiso desde un profundo humanismo.
Así, la industria cinematográfica ha pasado de indagar en
las luchas obreras, durante las décadas de los 60 y 70, a hacer una vehemente defensa de los
derechos humanos, denunciar guerras injustas y abogar por la integración social
de grupos marginales, de la mano de directores como Godard, Ken Loach, Berlanga
o John Ford.
Dijo también Francis
Bacon que “Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral”, y en este
sentido el cine alcanza ese espíritu donde el pasado y el futuro dejan de
percibirse como realidades contradictorias, para poner sus armas a disposición
del pueblo. Cine-Historia, Cine-Ideología y Cine-política han contribuído a una ampliación de la mirada
de un espectador que necesita que el debate renazca y que exige su derecho a
cambiar el Sistema.
El cine nos presenta a seres de carne y hueso, personajes
inspiradores que convierten nuestros sueños en posibilidades reales:
-Chaplin comenzó el
rodaje de El Gran Dictador sólo
nueve días después de que la II Guerra Mundial estallase. Cuando los británicos
le advirtieron que Hitler se vengaría, él contestó “Ni siquiera estando furioso
puede ser peor de lo que es” y llevó a cabo la más amarga y corrosiva de las sátiras
sobre cualquier forma de dictadura o régimen totalitario. Tomemos de él la
valentía.
-Ken Loach en Pan y
Rosas nos habla del infinito valor de la dignidad, profundizando en durísimas
situaciones de explotación sobre unos seres humanos a los que algunos llaman “ilegales”.
Cojamos prestada su mirada solidaria y multirracial para luchar por liberación
humana.
-Las uvas de la ira
hace una crítica explícita a las exigencias del capitalismo, a través de las
penurias que vive una familia campesina obligada a emigrar para malvivir con un
trabajo precario. Desnuda de cualquier forma de demagogia, es tan emotiva como
actual. Una lección de justicia.
-El verdugo. Humor
negro para hacer un alegato en contra de la pena de muerte, en un momento en el
que aquí se aplicaba el garrote vil muy generosamente. Retrata, de forma
escalofriante, esa España de los 40 llena de curas, militares y beatas que de
un tiempo a esta parte no nos resulta tan lejana.
-La cuadrilla hace
una denuncia de los problemas que se derivaron de la privatización de los
Ferrocarriles y de los recortes de derechos a los que se vieron sometidos los
trabajadores. La necesidad y el miedo
son utilizados como armas silenciadoras de una clase obrera que no puede
rendirse ante el abuso.
La lista es larga… Calle Mayor, Mi pie izquierdo, Todos los
hombres del rey, Salvador, La historia Oficial, La noche de los lápices, Riff
Raff, Lloviendo piedras, Ladybird, Ladybird…
todas ellas buena muestra de que a veces la ficción es algo
más que entretenimiento.
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