martes, 1 de mayo de 2012

El cine como inspirador del movimiento social


“El órgano con que yo he comprendido el mundo es el ojo” decía Goethe, entendiendo que además de arte y negocio el cine puede ser un fenómeno sociocultural, ofreciendo testimonio de la realidad política y asumiendo este compromiso desde un profundo humanismo. 

Así, la industria cinematográfica ha pasado de indagar en las luchas obreras, durante las décadas de los 60 y  70, a hacer una vehemente defensa de los derechos humanos, denunciar guerras injustas y abogar por la integración social de grupos marginales, de la mano de directores como Godard, Ken Loach, Berlanga o John Ford.

Dijo también  Francis Bacon que “Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral”, y en este sentido el cine alcanza ese espíritu donde el pasado y el futuro dejan de percibirse como realidades contradictorias, para poner sus armas a disposición del pueblo. Cine-Historia, Cine-Ideología y Cine-política  han contribuído a una ampliación de la mirada de un espectador que necesita que el debate renazca y que exige su derecho a cambiar el Sistema.

El cine nos presenta a seres de carne y hueso, personajes inspiradores que convierten nuestros sueños en posibilidades reales:
-Chaplin  comenzó el rodaje de El Gran Dictador sólo nueve días después de que la II Guerra Mundial estallase. Cuando los británicos le advirtieron que Hitler se vengaría, él contestó “Ni siquiera estando furioso puede ser peor de lo que es” y llevó a cabo la más amarga y corrosiva de las sátiras sobre cualquier forma de dictadura o régimen totalitario. Tomemos de él la valentía.
-Ken Loach en Pan y Rosas nos habla del infinito valor de la dignidad, profundizando en durísimas situaciones de explotación sobre unos seres humanos a los que algunos llaman “ilegales”. Cojamos prestada su mirada solidaria y multirracial para luchar por liberación humana.
-Las uvas de la ira hace una crítica explícita a las exigencias del capitalismo, a través de las penurias que vive una familia campesina obligada a emigrar para malvivir con un trabajo precario. Desnuda de cualquier forma de demagogia, es tan emotiva como actual. Una lección de justicia.
-El verdugo. Humor negro para hacer un alegato en contra de la pena de muerte, en un momento en el que aquí se aplicaba el garrote vil muy generosamente. Retrata, de forma escalofriante, esa España de los 40 llena de curas, militares y beatas que de un tiempo a esta parte no nos resulta tan lejana.
-La cuadrilla hace una denuncia de los problemas que se derivaron de la privatización de los Ferrocarriles y de los recortes de derechos a los que se vieron sometidos los trabajadores.  La necesidad y el miedo son utilizados como armas silenciadoras de una clase obrera que no puede rendirse ante el abuso.


La lista es larga… Calle Mayor, Mi pie izquierdo, Todos los hombres del rey, Salvador, La historia Oficial, La noche de los lápices, Riff Raff, Lloviendo piedras, Ladybird, Ladybird…
todas ellas buena muestra de que a veces la ficción es algo más que entretenimiento.

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