jueves, 26 de abril de 2012

Recomendación para sufridores



Tyrannosaur (2011), debut en el largometraje de Paddy Considine, se concibe como una ventana abierta ante un espectador reconvertido en juez intimista y existencial de una realidad tan incómoda como angustiosa.

La violencia, tratada por el director como una enfermedad, actúa a la vez como hilo conductor de la trama principal y como nexo de unión de los tres protagonistas: un viudo con serios problemas de alcoholismo al que le consume una incontrolable ira, un maltratador cruel, cobarde e insensible al sufrimiento de la más indefensa de las víctimas y Hannah, un alma torturada que se aferra a un profundo sentimiento religioso como forma de evasión.

La cinta destaca por una intensísima carga dramática y por una cruda sordidez en la edición, capaz de congelarnos con una sola mirada a cámara de Joseph.
Resulta incómoda y dolorosa; es directa y no sólo no oculta nada, sino que da la sensación de querer dejarnos sin aire para provocar nuestra empatía.
Inmensas las veraces y más que sólidas interpretaciones. Un acertadísimo casting que se convierte en lo mejor de la película.

Se cierra esa ventana abierta por el director y la sensación de haber visitado el infierno es brutal.

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