jueves, 20 de marzo de 2014

Dog Pound (2010)

"Hoy ya no es suficiente luchar por objetivos justos. Hay que luchar con los métodos correctos" decía Marchioni, asumiendo una total incoherencia entre las pretensiones de la intervención social y la realidad contextual de los individuos a los que va dirigida.

Esta es la premisa de la que parte Dog Pound, que si bien no aporta novedad alguna a un género tan manoseado, sí funciona como revulsivo de cara a una reflexión sobre la principal falacia de las penas privativas de libertad: La desocialización como resultado de todo un proceso de reeducación y reinserción.

Así el director carga enérgicamente (sin poner filtro alguno a las múltiples escenas de violencia) contra toda la estructura de un subsistema que no sólo no funciona como instrumento pedagógico sino que convierte a los condenados en marginados irrecuperables, en víctimas de la dejadez administrativa, garantizando únicamente la custodia del reo e ignorando a su vez el más importante rol de la justicia penal juvenil: el resocializador.  

El resultado es una cinta dura, llena de sadismo y desesperanza, intensa y directa, que gestiona muy bien los recursos dramáticos, pero que carece de profundidad en su análisis a pesar de conducir de manera clara su mensaje. Muy ambiciosa en sus pretensiones pero bastante modesta en su ejecución.

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