lunes, 17 de marzo de 2014

En un mundo mejor (2010)

Con pulso firme y apoyada en un guión desbordante de intensa carga emocional, Bier elabora un excelente trabajo de realización, combinando el estatismo más gélido de algunas escenas, con el realismo desnudo que siempre imprime la cámara en mano.

Espectacular la fotografía, recreándose en paisajes y texturas... y muy acertada la fluida narración, tan tensa como adoctrinadora al utilizar como vehículo de expresión los diferentes conflictos morales de los distintos protagonistas:
La violencia escolar de las primeras escenas, que nos habla de la agresividad como instinto de supervivencia, aprendido desde nuestros primeros años de vida, llegando a disfrutar con el dolor ajeno.
Los factores sociales o económicos que condicionan esa interiorización de la violencia, también aparecen plasmados gracias a esa doble mirada de Anton, repartida entre el Primer Mundo y el Tercero.
 La violencia psicológica, capaz de influir en el otro hasta el punto de conseguir que haga algo que a priori rechaza (Christian y Elias)  ...y con todo esto, la mirada de la directora es cauta.

No habla de individuos violentos, sino de conductas agresivas, y pone sobre la mesa la gran herramienta con la que combatirlas: la Educación. Una educación basada en el diálogo, la comprensión, la tolerancia, el afecto y la empatía; y que en la película aparece personificada en ese padre equilibrado que nos da una excelente lección de inteligencia emocional.
Subyace, entretanto, una crítica a un sistema educativo que parece mirar a otro lado.

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