lunes, 17 de marzo de 2014

My life as a dog (1985)

-"Podría haber sido peor"- repite Ingemar constantemente, casi como un mantra, cuando los dolorosos recuerdos le impiden avanzar... podría haberse perdido todas esas tardes de confidencias con el afable Gunnar en un improvisado refugio de verano "construido para disfrutar", podría no haber conocido la cálida mirada de la siempre amable Ulla, podría haber tenido un despertar sexual menos generoso si no hubiese sido de la mano de la encantadora Berit e incluso podría haberse perdido ese entrañable primer amor con el que se inicia en la madurez afectiva.

 Podría haber sido peor. Siempre puede ser peor. Menudo consuelo.

Pero también podría haber sido infinitamente mejor si el diagnóstico terminal de su madre no hubiese condicionado su infancia, separándole de su hermano y de Sickan, si no hubiera crecido sabiéndose abandonado por su padre y si la tragedia no le hubiese obligado a empezar de cero cuando apenas estaba descubriendo la vida.

 My life as a dog es un conmovedor relato sobre la búsqueda del equilibrio a través de la más inocente de las miradas, un cuento tristísimo que nos da una lección impagable de inteligencia emocional... pero también una inyección de optimismo y esperanza.

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