sábado, 29 de diciembre de 2012

Shame (2011)


Resulta paradójico que viviendo en la Era de la Comunicación, todas las enfermedades modernas, que afectan a un importante grueso de la sociedad actual, hagan referencia a problemas relacionados con la dificultad para entablar relaciones, la imposibilidad de transmitir sentimientos o la incapacidad de verbalizar las emociones más profundas.

Algo así parece sucederle a Brandon, un joven neoyorkino que a pesar de disfrutar de una vida cómoda, vive sumido en un círculo obsesivo-enfermizo donde el placer sexual es utilizado para mitigar la angustia asfixiante de una soledad que llega a producir dolor físico. El protagonista es un alma rota, un ser humano abatido, parte de una sociedad enferma de vacío afectivo... es un desgarrador retrato de la desesperación de quien se mira en un espejo y sólo ve una imagen deformada, rota y hueca de sí mismo: Ésa es la vergüenza a la que el director hace referencia en el título de la obra.

La segunda mitad de la cinta es un descenso a los infiernos, un viaje suicida cargado de crudas escenas de sexo donde se palpa el sufrimiento de un ser derrotado, consciente del círculo de autodestrucción en que se ha convertido su vida. La potente fotografía incide en los primeros planos, combinándolos con otras larguísimas secuencias que muestran una huida hacia delante tan peligrosa como frustrante.

La dirección rebosa fuerza al contar una historia que empieza siendo sugerente y termina noqueando al espectador con un final punzante, intenso, sin filtros, donde Fassbender culmina a ese personaje que se descompone lentamente hasta tocar fondo, regalándonos una de las interpretaciones más sólida y poderosa del año.

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